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Comentarios 1 abril 2016


4 comentarios:

  1. Pienso, Pater, que por la misma razón por la que no consideramos lícito el aborto, el terrorismo, el asesinato de cualquier tipo..., sea cual sea el grado de sufrimiento, por la misma tampoco la eutanasia ni el suicidio sin asistir. Pienso en el sufrimiento de Cristo en la Cruz, no sólo en el físico, que también y muchísimo, sino y sobre todo, en sus sentimientos y emociones como humano y en su aceptación consciente de lo que se venía... En su imitación consiste lo que Dios nos pide, en aceptar Su Voluntad, en vivir de cara al Padre como hizo Jesús. Eso no impide, llegado el momento, pedir calmantes y todo aquello que ayude a pasar mejor el trance. Pero de ahí a suicidarse o pedir que te maten va un trecho para los que creemos en Dios. Si le damos todo lo que tenemos en vida y lo más importante, a nosotros mismos, porque consideramos que TODO le pertenece, sería absurdo en el último momento, cambiar las tornas. Y también sería penoso soltar la fe en el último instante;si vas a morir así deberías haber vivido también así; lógico pensamiento de inspiración diabólica. Mejor sería unirse al no ser desde el principio, a la nada y al vacio. El tema preocupante es que la inmensa mayoría de los humanos hoy es lo que hacen y no parece que estemos en el momento de mayor gloría para la humanidad. Dios que nos ama nos dará las fuerzas llegado el momento sin ninguna duda. Y la Virgencita a quien se lo pedimos diariamente nos asistirá en la hora de nuestra muerte.
    Saludos a todos,
    Sofia

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  2. Pater
    Excelente lo de la sabiduría vale más que muchas joyas...

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  3. El suicidio es un error, un grave error, estamos de acuerdo. Referente al paciente que os dije que se suicidó aproximadamente cinco años o quizá alguno más, tenía como os dije leucemia y estaba en tratamiento, esa noche no se tomó la medicación coagulante para poderse desangrar a gusto, sólo tomó los analgésicos para que no tener dolor al cortarse venas y arterias. No olvidaré nunca aquella noche. No le juzgo pero fue una decisión egoísta por su parte, yo pasé la peor noche de mi vida laboral, y tardé tiempo, varios meses en recuperarme de aquella tétrica noche. Fui la última persona que hablé con él y que entró en su habitación, le dejé la medicación en la mesilla, le pregunté qué tal había pasado la tarde, le felicité porque ya habían pasado esos días de fiebres altas y tenía mejor aspecto. Todo perfecto me dijo, se le veía animado y contento. No sospeché nada, no había nada extraño en él, así que le di las buenas noches y cerré la puerta de su habitación. A las cuatro de la madrugada una compañera tuvo una terrible intuición y fue corriendo a su habitación, abrió la puerta y desde el pasillo le observó. Le pareció que no respiraba y encendió la luz de su habitación. No respiraba. Entonces la vista fue a parar a la ventana y vio un cuchillo de catering con sangre, se acercó y levantó la manta que caía desde la cama hasta el suelo, y debajo de la cama había un mar de sangre, no exagero, se había desangrado completamente, tenía muy baja las plaquetas; la sangre nos tapaba los zuecos.

    Llamamos a la familia sin decirles lo sucedido. Cuando la familia se aproximaba al hospital vieron dos patrullas de policía en la puerta del hospital, un coche fúnebre, y el médico esperándoles en la puerta. No hubo necesidad de decirles porqué les habíamos llamado. Sabían que el marido, el padre, y el abuelo se había suicidado. Nunca olvidaré las lágrimas de las nietas besando la cara de su abuelo ya finado, y preguntándole: abuelo, ¿por qué has hecho esto?

    El suicidio es el egoísmo de no pensar en los demás.

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