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No sé de que materia es profesor universitario su amigo, pero tengo claro que no es científico, el azar no existe en el universo ni es una forma universal de acontecimientos, todo en la ciencia sigue la relación causa-efecto, y para los creyentes es más que evidente la no existencia del azar. No conocer la causa de un acontecimiento no significa atribuirlo al azar, significa que es de causa desconocida, esto sucede por ejemplo en medicina donde hay enfermedades que llamamos de etiología desconocida, o lo que es lo mismo, no sabemos la causa o el vector que la produce pero a nadie se le ocurrirá decir que el origen de esa enfermedad es debido al azar sólo porque no conoce sus causa; el azar no es un ente físico y sólo se utiliza correctamente en estadística para dar a entender que un suceso voluntario se realiza sin un orden establecido, por ejemplo: si en una urna tengo cinco bolas rojas y tres negras cuál es la probabilidad de extraer una bola y que esa bola sea negra; esta probabilidad evidentemente se debe al azar, pero no encontraremos en la naturaleza otro suceso fuera de la extracción de bolas que se deba al azar.
ResponderEliminarDespués de escribir mi comentario, he estado pensando sobre el azar en el juego de azar, por ejemplo sacar una bola de una urna de un determinado color y no de otro, esto que en principio y en estadística llamamos azar, no lo es. Hoy he llegado a una conclusión: Incluso en las cosas, como es el caso de las bolas, que para nosotros son un cálculo probabilístico y no tienen importancia como sacar una bola negra o roja de una urna, esto no sucederá nunca sin la permisibilidad de Dios. Me he preguntado, ¿a Dios que más le da que la bola que salga sea negra y no roja? Creo que no es tanto el que Dios prefiera un color y no otro, sino que nada, absolutamente nada de lo que sucede en el universo o fuera de él, se produce sin la intervención directa o permisiva de Dios, porque todo lo que existe en el universo o fuera de él lleva el sello por decirlo de alguna forma, de su Creador. Nada, incluso la caída de una hoja en otoño sucederá sin el permiso y supervisión de Dios.
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