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Comentarios 26 diciembre 2014


4 comentarios:

  1. Cuan cierto lo que nos comenta, la salud y en esta Navidad la sorpresa de la propuesta del visitador, tal vez pueda ser de ayuda para algunos sacerdotes con esta disponibilidad por supuesto, aunque a veces eso, resulta contraproducente, pero como pueda mejorarse creo que será bueno, aunque la duda me surge en querer siempre darle gusto a la gente y en es, hay siempre puntos cuestionables.
    Feliz Navidad a todos y en espeacial a usted Padre Fortea.

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  2. Un comentario que hice sobre la foto de un guerrero Sioux:

    Esta, es una imagen que impresiona. Tan sólo representa a un indio sencillo, no a un gran jefe, y qué decir de lo profundo de su mirada, de la vida que se ve reflejada en ella. Probablemente se trate de un ser más humano y perfecto de lo que aspira a convertirse cualquier hombre del S. XXI, con una mirada vacía. El espíritu, la fuerza y el poder de la palabra, se destilan en esta instantánea. Un espíritu que es difícil encontrar hoy en día, salvo que uno frecuente ciertos colectivos, como árabes y gitanos, con ojos llenos de expresividad. El alma se está matando, al igual que el poder de la palabra, los usos, las costumbres y las religiones. No me extraña que el hombre de ahora no crea en nada de esto, pues por creer, no cree ni en sí mismo. No es que no tenga alma, es que se está desalmando poco a poco, llevado de la mano del positivismo científico. Muy probablemente, dentro de unos años, no le conozca ni la madre que le parió, como no se dé un proceso de catarsis.

    El derecho, tambien se ha adulterado. Si bien antes se llevaban los usos y costumbres consuetudinarios en detrimento de lo verbal, ahora se ha pasado a una hipertrofia legislativa aplastante, todo cada vez más escrito y regulado por la norma jurídica. Por cada cuestión de nada, te sacan diez mil leyes. No es de extrañar en una civilización que ha dado de lado al poder de la palabra, de la honestidad, el civismo, los valores y el buen hacer, pasándose a obrar de mala fe. En lugar de ser civilizados, nos estamos en salvajes y bárbaros, más aún que en tiempos de las cavernas. Sí, señores, este es el milagro que obra el antropocentrismo a largo plazo.
    Esta, es una imagen que impresiona. Tan sólo representa a un indio sencillo, no a un gran jefe, y qué decir de lo profundo de su mirada, de la vida que se ve reflejada en ella. Probablemente se trate de un ser más humano y perfecto de lo que aspira a convertirse cualquier hombre del S. XXI, con una mirada vacía. El espíritu, la fuerza y el poder de la palabra, se destilan en esta instantánea. Un espíritu que es difícil encontrar hoy en día, salvo que uno frecuente ciertos colectivos, como árabes y gitanos, con ojos llenos de expresividad. El alma se está matando, al igual que el poder de la palabra, los usos, las costumbres y las religiones. No me extraña que el hombre de ahora no crea en nada de esto, pues por creer, no cree ni en sí mismo. No es que no tenga alma, es que se está desalmando poco a poco, llevado de la mano del positivismo científico. Muy probablemente, dentro de unos años, no le conozca ni la madre que le parió, como no se dé un proceso de catarsis. El derecho, tambien se ha adulterado. Si bien antes se llevaban los usos y costumbres consuetudinarios en detrimento de lo verbal, ahora se ha pasado a una hipertrofia legislativa aplastante, todo cada vez más escrito y regulado por la norma jurídica. Por cada cuestión de nada, te sacan diez mil leyes. No es de extrañar en una civilización que ha dado de lado al poder de la palabra, de la honestidad, el civismo, los valores y el buen hacer, pasándose a obrar de mala fe. En lugar de ser civilizados, nos estamos en salvajes y bárbaros, más aún que en tiempos de las cavernas. Sí, señores, este es el milagro que obra el antropocentrismo a largo plazo.

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  3. Estimado padre Fortea:

    En el libro de Víctor Olmos Baldellou. (2002). Historia del ABC. Barcelona: Plaza y Janés. se cita cómo Luis María Anson Oliart, director del periódico ABC entre 1983 y 1997, para prestar atención a la información religiosa, crea para la edición de los lunes la sección "Ir a misa", que escribe el sacerdote -él en sus crónicas no dice que lo es- Ricardo Herrero, quien asiste aquí y allá, a las misas que se celebran en España, y en ocasiones en el extranjero, y que luego glosa los lunes.

    En la hemeroteca de ABC, pueden encontrar si buscan las ediciones en la hemeroteca de los lunes, como por ejemplo http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1994/12/05/055.html que es una crónica escrita el lunes 5 de diciembre de 1994.

    En las páginas de este diario los lunes era muy gratificante encontrar sus relatos de las misas a las que asistía. Hablaba no solamente de la homilia o del sermón, sino de cómo se celebraba, si era una liturgia cuidada, si los cantos eran adecuados, si se empleaban instrumentos, la actitud de los participantes. En suma, la totalidad de aspectos por los que en ocasiones vamos a una celebración u otra. Los feligreses saben, a veces poco piadosamente, si el cura es "larguero", si hay buena calefacción en el templo, o si hace un frío pela y no hay quien resista un rato sentado, si la celebración mueve a Dios con las sabias e inspiradas palabras del sacerdote, si por el contrario es un sacerdote más dedicado a tareas "políticas" que pastorales y adoctrina en sus propias ideas.

    Así se han llenado o vaciado nuestros templos con el liderazgo de los pastores: “Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?”: (Lc 18, 8). Para meditar y para cambiar y buscar que más lleguen a Dios asistiendo a celebraciones que sean dignas y lleven al corazón de cada persona la Palabra de Dios que además se entrega en su Cuerpo y Sangre y nos sigue diciendo: "Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré" (Mt 11, 28).

    Tomando el ejemplo del padre Herrero, cada diócesis debía ejercer el liderazgo que mueva a un profundo cambio, reflexionando en el ejercicio pastoral que se lleva a cabo, buscando modelos que funcionan y en los que está Dios. Lo demás son ejercicios humanos y a veces funcionan, a veces no.

    Saludos de un laico a quien ya se le había ocurrido esto.

    Feliz Navidad.

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  4. Estar de capellán en un hospital, tiene que ser muy duro. Los hospitales son lugares deprimentes, por el mucho sufrimiento que allí hay. Se necesita tener un espíritu muy fuerte, para poder resistir mucho tiempo, o acostumbrarse quizás. Yo me presenté a la escuela de enfermería, acompañada por mi madre, cuando terminé el bachiller en septiembre (me había quedado alguna asignatura), pero no pude entrar, pues ya habían empezado el curso, con lo cual lo dejé para el siguiente año. Pero ya Dios o el destino, me tenían preparado algo diferente.
    Lo que nos cuenta sobre la chica enferma, es muy triste, y será una gran desesperación para ella si lo sabe, porque es cómo una condena a muerte, ante la que no se puede hacer nada, y no digamos para sus padres y para los que la quieran. La muerte es algo que nos aterra a todos, por lo desconocido. Ya sabe el famoso monólogo de Hamlet sobre la muerte y el miedo a ella, que si no fuera tal, quien resistiría tantas injusticias e infortunios cómo trae la vida.

    Me parece muy acertada su idea sobre el visitador. En los tiempos actuales haría muchisima falta.

    Saludos afectuosos.

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