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Comentarios 11 mayo 2016

2 comentarios:

  1. Ante este post,,,,:

    Me Rindo y,,,,,,

    Me quito el sombrero.

    Chapo!!

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  2. Buenas noches hermano y presbítero José Antonio. Es importante este comentario suyo respecto a esos cristianos enfadados como también el que hizo antes sobre las declaraciones del obispo Atanasio Schneider sobre el Camino Neocatecumenal. Sabemos sobradamente los laicos que el clima comunitario de una parroquia, como el de otra institución, esta en no poco marcado por la caridad de su pastor, en este caso, de su párroco o también de su obispo, de los que a no ser debido a una falta grave o necesidad relevante en relación al mismo que deba ser comunicado al obispo del lugar o a la Santa Sede, parece poca la probabilidad de que como a hermanos se oiga a un presbítero, o a un obispo, cuanto menos los laicos.
    Por último, le confieso que su uso del término crítica de manera reductiva, aludiendo a que con ello intrínseca e idénticamente se juzga sin evaluar algo en particular sin rescatar o superar aquello que se requiere, desconcierta. En la “Biblia Platense”, Johannes Straubinger, a las palabras que recoge S. Mateo de lo dicho por NS Jesucristo: “No juzguéis, para que no seáis juzgados” (7,1), comenta: Se prohíbe el juicio temerario. San Agustín observa al respecto: “Juzguemos de lo que está de manifiesto, pero dejemos a Dios el juicio sobre las cosas ocultas” (Lucas 6, 37; Romanos 2, 1). Hay en este sentido una distinción fundamental entre el juicio del prójimo que nos está absolutamente prohibido, y el juicio en materia de espíritu que nos es recomendado por San Juan, San Pablo y el mismo Señor (Juan 5, 39; Mateo 7, 15; I Juan 4, 1; I Tesalonicenses 5, 21; Hechos 17, 11; I Corintios 2, 15). En consecuencia es relevante el uso de la crítica y pensar críticamente como tal para acoger la verdad:
    “Investigad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de Mí” (Juan 5, 39); “Guardaos de los falsos profetas, los cuales vienen a vosotros disfrazados de ovejas, mas por dentro son lobos rapaces” (Mateo 7, 15); “Carísimos, no creáis a todo espíritu, sino poned a prueba los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido al mundo” (I Juan 4, 1); “Examinadlo todo y quedaos con lo bueno” (I Tesalonicenses 5, 21); “Eran éstos de mejor índole que los de Tesalónica, y recibieron la palabra con toda prontitud, escudriñando cada día las Escrituras (para ver) si esto era así” (Hechos 17, 11); “El (hombre) espiritual, al contrario, lo juzga todo, en tanto que él mismo de nadie es juzgado” (I Corintios 2, 15). De este último texto decía Johannes Straubinger, comentando I Corintios 2, 15: “El hombre espiritual es capaz de valorar las cosas profanas y las espirituales; el hombre carnal, empero, sólo puede discernir las cosas materiales; porque le falta el espíritu, la luz del Espíritu Santo. Véase 12, 3; Juan 14, 26; Romanos 15, 13. De nadie es juzgado: es decir, que los hombres en general, simplemente naturales (versículo 14 y nota), no son capaces de comprenderlo ni de apreciarlo rectamente. De ahí las persecuciones que Jesús anuncia a todos sus discípulos, no obstante tratarse de hombres benéficos que, en lógica humana, debieran ser amados de todos”

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